Santiago en 100 palabras

DEPORTE EN CUARENTENA
Entra en la escalera, prende la luz, se saca la mascarilla y empieza a subir la gran torre. Cada cuatro pisos, la luz se apaga y él, a tientas, la vuelve a encender. En el piso 12, decide que no necesita ver y deja de prender la luz. El tiempo se vuelve el tiempo de una cueva. Al rato, ya no sabe en qué piso está y piensa que tal vez la vida es eso, subir una escalera oscura. Cuando sale a la azotea, Santiago se despliega como si fuera un sueño. Enceguecido y jadeante, experimenta algo parecido a nacer.

Pablo Rojas Marchini, 50 os, La Reina.

 

 

 

 

 

SOMBRA DE PERRO
Jueves: escucho el que será el último alarido de un perro que un neumático revienta en calle Maturana. Viernes: desde mi ventana veo su cuerpo bajo un manzano en la vereda. Ya duerme con las vísceras al aire. Domingo: hierve de una vida que no es la propia. El hedor llega hasta mi cuarto. Miércoles: llueve. Una mancha de aceite se desliza con lentitud hasta la cuneta. Martes: una fruta madura ha venido a caer a su esqueleto, allí donde cupo el corazón. Miércoles: otra lluvia deja sus huesos limpios como teclas. Jueves: llegan otros perros y se los llevan.

Mario Moreno, 76 anni, Coyhaique.

 

 

 

 

 

INFANCIA
Nos encantaba jugar en el patio de tierra. Perseguíamos a las gallinas. El Laucha las «hipnotizaba». Les daba unas vueltas y las ponía en el suelo. Con un palito de madera dibujaba su jaula. Todo era magia. La montaña a lo lejos. El sonido del viento. Y mi mamá desde la ventana nos miraba crecer. Un domingo, un potro desbocado nos arrebató a mi papá. Mi mamá murió en vida. «Se nos fue, mija», decía la Ñaña, «cuide a su mami». Crecí de golpe, a los doce años. Hasta llegar a Santiago no tenía idea que éramos pobres.

Pablo Cheyre Triat, 32 anni, Santiago.

 

 

 

 

 

HALLULLAS CALIENTES
Comprábamos pan en la panadería de Marín, esa que quedaba a dos cuadras y estaba cerca de los moteles. Esperábamos que salieran del horno y nos volvíamos caminando mientras pellizcábamos la misma hallulla. Un poquito tú, un poquito yo. El amor quizá era eso, compartir a bocados mientras caminábamos sin saber muy bien a dónde ir.

Catalina Hernández Hormazábal, 27 anni, Providencia.

 

 

 

 

 

DOLOR O MOLESTIA
Ahora que sus logros lo acercaban a sus sueños. Ahora justo ahora, irrumpe esta noticia. Bajando por la Costanera, el tono neutro de la voz de Sara, lo acompaña: “Murió el papá. ¡Mamá pregunta si vendrás!”. Vuelve a aparecer con nitidez, aquella niñez y juventud de calles polvorientas, de un pueblo sin sueños, de gritos con aliento a alcohol, de carencias y de silencios. Todo muy lejano al café latte, a la inmediatez de sus respuestas, a la seguridad de su abundancia. Aun así, no podía descubrir si la partida de su padre, era dolor o molestia.

César Rodríguez Alarcón, 54 anni, Santiago.

 

 

 

 

 

 

credits: @holagrafiki, Deporte in quarantena; Marco Villar, Sombra de perro; Pedro Sócrates, Infancia; Silvana Youlton, Hallulas calientes; Ignacio Ortega, Dolor o molestia.

Agradecemos a la Fundación Plagio por hacernos publicar y traducir estos micro-cuentos. Agradecemos también a los ilustradores y a las ilustradoras de los cuentos.